En los últimos días he tenido la oportunidad de escuchar y leer sobre este breve libro publicado por un nonagenario diplomático francés, Stéphane Hessel. Lo que he sabido sobre él me ha emocionado. No deja de ser sorprendente, a la par que lógico que sea un hombre de más de noventa años el que llama a la indignación, a la resistencia, al compromiso; en definitiva, a la defensa de la dignidad humana. Sorprendente porque lo hace refiriéndose sobre todo a los jóvenes, adormecidos en términos generales. Esos jóvenes sin futuro resignados a ser la generación perdida porque así lo han preconizado los medios de comunicación manejados por el poder económico. Y lógico porque pertenece a una generación, casi una casta de personas que han vivido de todo y han luchado por todo, que han combatido y han conseguido ganar en algunas ocasiones. Para esa “quinta de luchadores” ver y sufrir la apatía de los tiempos que corren con la que está cayendo, tiene que ser desesperante. Y claro, indignante.
Y aquí lo estamos viviendo con especial crudeza. Los políticos, no lo sé, pero algunos de sus asesores no son tontos y saben que el españolito medio es discutidor y perezoso por naturaleza y de esta manera nos mantienen entretenidos defendiendo encarnizadamente nuestras posturas sobre si fumar en los bares o no. Mientras, nos van inculcando una tristeza generalizada sobre las perspectivas económicas para que al final nos dé igual todo y hagan lo que les dé la gana. Y para que no empecemos a volar en caída libre desde los alféizares nos ponen algún partido de “héroes” millonarios dándole patadas a un balón o miserias de pseudovips para distraernos un poco. Es perfecto.
La crisis creada por los medios financieros la estamos pagando los trabajadores, por cuenta ajena o autónomos, lo mismo me da, mientras los bancos y las grandes empresas –que siguen teniendo beneficios, pero menos- reciben ayudas estatales; o sea, de nuestro dinero. O sea, que estamos pagando la crisis por partida doble. Y nadie dice nada. Nos lo tragamos todo, sobrevivimos con nuestras pequeñas angustias y seguimos discutiendo sobre el humo, el Barça o la Esteban (sigue en el “candelabro” ¿no?). Y nadie da un puñetazo en la mesa y dice “Hasta aquí hemos llegado”
Porque sí, hasta aquí deberíamos llegar, como en Túnez, donde pro fin alguien, los jóvenes, se han despertado y han salido a la calle a gritar que quieren comer, que quieren futuro. Ha sido doloroso, sí, pero han apagado la consola y se han levantado de sus sillas.
Tenemos más y más rápida comunicación que nunca. Jamás había sido tan inmediato preparar un “salto”. Adolecemos de exceso de información e incluso dicen que son la generación más preparada (eso también habría que discutirlo, como el tabaco). No tienen presente ni futuro. Ni siquiera los que vamos por delante de ellos lo tenemos. Ni los que van por delante de nosotros. ¿Cómo podemos, pues vivir en una sociedad sin presente ni futuro ni para nosotros ni para nuestros hijos y no decir nada? Estamos aletargados, embobados. De humanos sólo nos queda la apariencia, porque la capacidad de discernimiento, el sentido crítico hace tiempo que murieron de pena.
Quiero confiar en la especie humana, quiero pensar que podemos despertar y cambiar, que nuestra participación en nuestra vida no se restrinja a ir o no a depositar un voto en una urna. Que podemos, debemos exigir responsabilidades y tomar decisiones, que no podemos dejar que la crisis del capitalismo la solucione el capitalismo, que los políticos de ahora sean los patrones del futuro, y que los patrones de ahora les dicten a los ponen la cara para gobernar lo que tienen que hacer. No, vamos a recuperar aquel lema: Basta ya.
Y aquí lo estamos viviendo con especial crudeza. Los políticos, no lo sé, pero algunos de sus asesores no son tontos y saben que el españolito medio es discutidor y perezoso por naturaleza y de esta manera nos mantienen entretenidos defendiendo encarnizadamente nuestras posturas sobre si fumar en los bares o no. Mientras, nos van inculcando una tristeza generalizada sobre las perspectivas económicas para que al final nos dé igual todo y hagan lo que les dé la gana. Y para que no empecemos a volar en caída libre desde los alféizares nos ponen algún partido de “héroes” millonarios dándole patadas a un balón o miserias de pseudovips para distraernos un poco. Es perfecto.
La crisis creada por los medios financieros la estamos pagando los trabajadores, por cuenta ajena o autónomos, lo mismo me da, mientras los bancos y las grandes empresas –que siguen teniendo beneficios, pero menos- reciben ayudas estatales; o sea, de nuestro dinero. O sea, que estamos pagando la crisis por partida doble. Y nadie dice nada. Nos lo tragamos todo, sobrevivimos con nuestras pequeñas angustias y seguimos discutiendo sobre el humo, el Barça o la Esteban (sigue en el “candelabro” ¿no?). Y nadie da un puñetazo en la mesa y dice “Hasta aquí hemos llegado”
Porque sí, hasta aquí deberíamos llegar, como en Túnez, donde pro fin alguien, los jóvenes, se han despertado y han salido a la calle a gritar que quieren comer, que quieren futuro. Ha sido doloroso, sí, pero han apagado la consola y se han levantado de sus sillas.
Tenemos más y más rápida comunicación que nunca. Jamás había sido tan inmediato preparar un “salto”. Adolecemos de exceso de información e incluso dicen que son la generación más preparada (eso también habría que discutirlo, como el tabaco). No tienen presente ni futuro. Ni siquiera los que vamos por delante de ellos lo tenemos. Ni los que van por delante de nosotros. ¿Cómo podemos, pues vivir en una sociedad sin presente ni futuro ni para nosotros ni para nuestros hijos y no decir nada? Estamos aletargados, embobados. De humanos sólo nos queda la apariencia, porque la capacidad de discernimiento, el sentido crítico hace tiempo que murieron de pena.
Quiero confiar en la especie humana, quiero pensar que podemos despertar y cambiar, que nuestra participación en nuestra vida no se restrinja a ir o no a depositar un voto en una urna. Que podemos, debemos exigir responsabilidades y tomar decisiones, que no podemos dejar que la crisis del capitalismo la solucione el capitalismo, que los políticos de ahora sean los patrones del futuro, y que los patrones de ahora les dicten a los ponen la cara para gobernar lo que tienen que hacer. No, vamos a recuperar aquel lema: Basta ya.
7 comentarios:
La verdad es que hace tiempo que vengo pensando, y diciendo, que me extraña cómo no se ha preparado ya una bien gorda...
Si pienso lo mismo, el conformismo que tiene la sociedad actual es... no encuentro palabra. Para los mayores como yo, que peleamos dentro de un sindicalismo vertical para conseguir unas mejoras y que ahora, se empleen como moneda de cambio a la baja en las negociaciones, es indignante,llevo un tiempo diciendo a los que estan medio dormidos, que los proximos obreros, los patronos los cogeran en la plaza y les miraran los dientes y si no piden también el derecho de pernada.
Un bonito y elocuente escrito querida Edurne
¿Extraño que la gente no se movilice? Si escucháseis a más de un veinteañero hablar se os quitaban las ganas, como me ha pasado a mí, siquiera de pensar. He tenido que explicar a alguno, ojo: con ingeniería recién aprobada, osea alguien supuestamente por encima de la media laboral y cultural, que el divorcio es de anteayer; que a las huelgas se va, o no, con independencia, sin esperar a ver lo que hacen los demás, o, sin entrar en mayores, la decadencia de los Austria, la Marcha Verde, la casa cuartel de la avenida Cataluña de Zaragoza, o quién era, y qué ocurrió, con un tal Carrero Blanco. Y eso mientras me hablaba de su nuevo televisor o del telefóno móvil que quería conseguir. Por mí, deberían caer chuzos de punta, a ver si se les dan unos cuantos y se despiertan: si su futuro son las redes sociales o los videojuegos, apañdos están. Una pena: la revolución no será televisada, ni en vivo, que decía Gil Scott-Heron: no será.
Saludos desde orillas de la Huerva.
¿Hasta cuando? Pues hasta que estemos mucho peor. Todavía no hay hambre y todos tenemos los aparatitos de rigor. Dicen que el sexo mueve al mundo, y yo creo que puede ser cierto, pero después de comer, que es lo que de verdad mueve el mundo y las tripas. Cuando no haya que comer si habrá verdaderos movimientos, pero eso no ocurre aquí, al menos a la mayoría. Eusebio.
Estupendo texto, ahondando en un tema recurrente en algunos foros, pocos.
Si no tienes inconveniente, te lo copio para publicarlo en un mes en mi blog, indicando tu autoría y enlace.
Besos desde Madrid-Sur: PAQUITA
Un buen amigo comentaba este verano q no se había armado la gorda ya y q la gente no se había liado a aslatarlo todo pq aún tenían los 426 euros y con eso, no se pueden pagar facturas ni hipotecas, pero se puede comer. Y como dice Eusebio, eso es lo q mueve el mundo. ¿Qué va a pasar dentro de un mes? No lo sé. De mto nos toman por idiotas mezclando churras con merinas o nucleares con pensiones, q no sé a qué mente privilegiada se le ha ocurrido tan peregrina idea.
Pero estamos en lo mismo; estamos tan hartos de oír una tras otra q nos sueltan estas burradas y apenas pestañeamos. Y cambiamos de canal para ver si en otra cadena han empezado ya los informativos de deportes.
Alfonso, no quiero, aunq sólo sea por vergüenza, meterme aquí en el jardín de los valores de esos chavales con carrera y sin cultura de los q hablas. Tengo la sensación de q ése es otro problema, q son una generación con una base cultural muy pobre, en términos generales, poco entrenados para pensar. Pero no es todo culpa suya, de alguna manera son víctmas de un sistema educativo q hace más aguas q un barco de ganchillo.
Caminante, por supuesto q puedes incluir este texto en tu blog. Lo q hace falta es difundir el mensaje, llegar a más ojos y oídos.
Gracias por vuestros comentarios tanto públicos como privados. Q no se apague la mecha.
De acuerdo con Eusebio. Habrá que empezar a pasar hambre, auténtica hambre para que se mueva algo.
Yo, sinceramente, como mi situación personal es de puta madre, no me sale de manera espontanea el salir a la calle a quemar contenedores o lo que haya que quemar. Soy así de burgués, no voy a engañarme.
Pero también es cierto que si los que ya están realmente jodidos y que deberían empezar a hacer algo, se dignan de una vez a hacer algo, entonces podrán contar con mi apoyo. No tengo madera de líder, lo admito, pero puedo ser un buen colaborador.
Magnífica tu entrada, Aupa.
Besos
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