Era domingo,
era una mañana de domingo, un domingo de primavera, Sol y bicicletas. Una
mañana que invitaba a la alegría. Y así hablábamos, con alegría, con la sonrisa
pintada en la cara. Hablábamos y nos reíamos, porque eso era lo que sabíamos
hacer mejor: hablar, reír, amar. Tú eras feliz y yo también. Y con esa
felicidad te quedaste, mientras yo no comprendía nada. Luego me lo confirmó
José Luis y yo sólo acertaba a decir “esto no está pasando”.
Hablábamos y
nos reíamos. Tengo grabada en mi memoria tu imagen risueña y las caricias de tu
voz. Nos veíamos y el mundo se transformaba, bueno, más bien desaparecía, y
sólo estábamos tú y yo -tan lejos, tan cerca- y nuestras palabras, nuestras
miradas iluminadas. Nuestro amor. Por encima de todo. A pesar de todo.
Ahora llevo
un año con tu ausencia, viéndote cada día y cada noche, diciéndote “buenos
días, mi amor” cada mañana al despertar; ese saludo que era algo más que un
saludo. Era una bienvenida a un refugio y su contraseña. Llevo un año con tu
ausencia tatuada en mi piel, porque “este amor ya sin ti me amará SIEMPRE”.
Nadie como
tú.
3 comentarios:
mami,tu blog esta muy bien pero solo
muy bien,ya sabes que yo soy peque y
no lo entiendo todo.El caso es que
yo se que ahora, estara en un prado lle-
no de flores,cabvañas,personas...
.lo que significa que aun sigue.
Paso para saludarte.
Änimo. Vivir es resistir.
Tenemos todo por hacer mientras estemos vivos.
Un abrazo
Gracias, guapa. estoy pensando retomar el blog. Tú me das fuerzas. Seguiremos, seguiremos...
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