martes, 17 de marzo de 2009

los obispos y los linces



Ya están de nuevo los obispos abriendo la boca. Y eso que la Iglesia no se mete en política, según ellos, nooo, qué vaaa. Ahora toca reabrir el debate a raíz de la reforma de la ley del aborto. Aunque, realmente no paran de hablar y opinar más de lo humano que de lo divino, que es para lo que se les paga. Esta vez sus declaraciones vienen acompañadas de una campaña publicitaria en la que se comparan dos cachorros uno de lince y otro humano. Y, sin entrar todavía en el fondo, parémosnos un momento en las formas. Porque, con la que está cayendo con esto de la crisis y con lo que cuesta la publicidad, desde los honorarios de los publicistas hasta colgar los anuncios en vallas, medios de transporte, prensa y otros medios de comunicación, con ese dinero, digo ¿no podrían ayudar a miles de familias o personas en apuros tal y como manda la Santa madre Iglesia y como predicaba Jesucristo?

Siguiendo con el cartelito de marras donde se compara un lince que tiene un letrero de "protegido" y un bebé con una leyenda que dice "¿y yo?", al margen, del tufillo demagógico que destila, esa publicidad compara churras con merinas o manzanas con peras, como le gusta a doña Ana Botella. No voy a entrar en otra cuestión demagógica como es comparar una especie de la que quedan apenas unos 1200 ejemplares con otra con una superpoblación de seis mil millones. Simplemente el aborto es , o debería ser, una última opción. Ah, se me olvidaba, que es que la Iglesia también rechaza los métodos anticonceptivos, sobre todo el preservativo, del que el papa hoy ha dicho en África (donde vive el 70% de la población con SIDA), que el condón, no sólo no lo frena sino que agrava el problema, y que la única solución es la castidad. El sida, según el Papa se vence con "una humanización de la sexualidad, una renovación espiritual, que comporta una nueva forma de conducta de unos con otros". En fin, sin palabras me deja.

Pero sí voy a entrar a hablar de dignidad y coherencia. Sobre todo de coherencia. La iglesia valora más la vida de los nonatos que la de un nacido como Andrés, el niño gaditano con una grave enfermedad hereditaria salvado por su hermano. Javier fue seleccionado genéticamente para que no fuera portador de la misma enfermedad y la sangre del cordón umbilical le fue transplantada al hermano mayor. La iglesia y sectores conservadores se echan las manos a la cabeza pensando en los embriones que tuvieron que ser desechados por portar la misma enfermedad o no ser compatibles ¿Qué pasa? ¿Que la vida de Andrés vale menos que la de un lince? ¿Que los padres se tenían que haber cargado de hijos enfermos o, peor aún, dejar que muriera Andrés? ¿Acaso la Iglesia se hubiera ocupado de cuidar y pagar las gastos de esos padres con diez hijos, más de la mitad de ellos enfermos y condenados a muerte?

Sí, claro, ésa es la voluntad de Dios. ¿La voluntad de Dios -si existe- es extender el sufrimiento? ¿O, por el contrario, la voluntad de Dios -si existe- es que el Ser Humano, creado a su imagen y semejanza, según dicen, con su inteligencia, haya desarrollado la tecnología y la técnica suficiente como para poder salvar una vida humana? ¿No debería sentirse más orgulloso Dios -si existe- de su obra, de ver como su muñeco de barro es capaz de superarse, que de ver como se resigna al sufrimiento? Si Dios -si existe- hubiera querido que no hubiera existido un Javier que salvara a Andrés, ¿no habría sido más fácil no dotar al Hombre de la inteligencia suficiente como para conseguirlo y seguir siendo primates? Ah, perdón, otra vez se me olvidaba, que tampoco estamos a estas alturas muy convencidos de la teoría de la evolución.

Ése es el problema de la Iglesia: Que va secularmente por detrás de la ciencia por el mero hecho de que sus preceptos emanan de un momento en que la Humanidad estaba aún balbuceando en el conocimiento científico. Le costó aceptar la teoría heliocéntrica y así le fue a Galileo que tuvo que abjurar de sus teorías. O peor aún le fue a Miguel Servet que, al margen de sus descubrimientos fisiológicos, fue juzgado y condenado por librepensador. O el propio Darwin que 150 años después de su teoría de la selección natural aún sigue cuestionado ¿Cuántos siglos tardará la Iglesia en reconocer que la selección embrionaria en casos como éste es un gran avance en la investigación científica?

¿Cuándo abrirá la Iglesia los ojos a la realidad social, dejará de ser un institución carca y obsoleta y se adaptará al siglo XXI?