viernes, 31 de diciembre de 2010

despedida y cierre



Me alegraría de que acabara este 2010, si no fuera porque viene 2011. Uno de mis propósitos de año nuevo es escuchar menos las noticias, porque están acabando con mi ánimo. Menos mal que anoche cuando venía a casa ví la fachada de un edificio en la que en cada balcón felicitaban el 2032, 2027, 2050… era la publicidad de un banco en el que decían que el futuro existe… supongo que para seguir cobrando las hipotecas. Pero el mensaje tenía ese puntito positivo para los que, como yo, estamos abrumados por la proximidad de un año, que nadie pinta bien.

Este 2010 que acaba lo comencé con mucha alegría y optimismo. Pensaba que tenía un año por delante para solucionar muchos asuntos pendientes, laborales y personales. Apenas le quedan unas horas y el balance –prefiero no hacerlo- me deja una punzada de dolor en el pecho. Literal.

Necesito pues despedir y cerrar este 2010 en el que, aparte de ilusiones, se nos han ido realidades tan tangibles y necesarias como Delibes, Saramago o Labordeta:




Como no me encuentro con ganas, ni tengo tiempo ya, os invito, casi os pido, que en vuestro comentarios aportéis lo positivo de este año. Y sí, ya sé que cada día ha salido el Sol y que existe la sonrisa de mis hijos. Eso es fundamental. Pero vamos a hacer una terapia de grupo ¿Vale?



martes, 21 de diciembre de 2010

en estas fechas tan entrañables



permitidme
que os invite a escuchar el único villancico con el que no os van a atronar en los centros comerciales mientras os gastáis demasiado dinero en regalos que no os van a agradecer (me sé de una...):



No sé si desearos felicidad, eso lo suelo hacer a lo largo de todo el año. Sólo os deseo que podáis llegar a hacer la digestión de todo lo que comáis y bebáis mientras fingís esa felicidad. Supongo que habrá alguien que la sienta de verdad. Enhorabuena.


viernes, 10 de diciembre de 2010

catálogo de nuevas vidas



Hace tiempo tuve oportunidad de conocer algo de análisis transaccional. Hablaban de que todo el mundo necesitamos caricias, reconocimiento hacia nuestra persona, y procuramos llenar nuestra vida de ellas. No son sólo caricias físicas sino también emocionales y éstas pueden ser positivas, negativas o incluso devaluatorias. Las conseguimos de seis maneras fundamentales: Aislamiento, rituales, pasatiempos, juegos, intimidad y trabajo. Me quiero centrar en tres, en los pasatiempos, los juegos y la intimidad.

Un pasatiempo es una conversación preestablecida alrededor de cierto tema, como el tiempo, el trabajo, conversaciones sobre niños, etc. Es “lo que hablamos habitualmente”. Lo de los Juegos es algo más complicado y peligroso: Son aquello que nos pasa una y otra vez, que no nos llega a satisfacer pero de lo que no sabemos salir. La mayoría de las caricias obtenidas en los juegos son negativas. Es, de alguna manera, la transacción más peligrosa y extendida, un método fallido de obtener las caricias deseadas. En el caso de las parejas, los juegos psicológicos llevarán a la crisis de pareja tarde o temprano, aunque muchos prefieren seguir jugando a los juegos dictados por sus “guiones de vida”, antes que salir de los mismos.

La Intimidad, en cambio, es un intercambio directo y poderoso de caricias. La intimidad no es lo mismo que el sexo aunque frecuentemente ocurre en el sexo. Desafortunadamente, la intimidad duradera es difícil de lograr porque las personas frecuentemente son –o somos- emocionalmente analfabetas y preferimos conseguir nuestras caricias a base de rituales, pasatiempos o juegos, más fáciles, pero menos satisfactorios.

De manera que cuando en una pareja se ha establecido un “intercambio de caricias” basado únicamente en pasatiempos y juegos, deberían encenderse las luces de alarma y cambiar. Ya dijimos que el cambio es difícil, duro y que da miedo, pero ese miedo nos vuelve miopes y no somos capaces de mirar más allá del segundo inmediato al cambio. Segundo duro, qué duda cabe, pero es sólo eso, un segundo, un instante en la vida. Y la vida sigue. Para ambos. Una relación perniciosa no permite desarrollarse plenamente a ninguno de los miembros de la pareja, mientras que si deciden separarse ambos tienen muchas posibilidades de encontrar esa felicidad perdida e incluso mejorada. Es amplio el catálogo que conozco de esas “vidas nuevas”, como la mujer de la que me hablaron hace poco que se había quedado hecha añicos tras su separación, “una piltrafa de mujer”, y ahora está radiante, absolutamente feliz con su nueva libertad.

También me hablaron del caso de un hombre, Howard de 85 años, con una experiencia vital asombrosa: Howard se ha casado hace poco. Su primera esposa murió hace 4 años. Después conoció a Leslie, una viuda 15 ó 20 años menor que él cuyo primer marido era israelí; Howard y Leslie se casaron hace dos años, fueron a Israel para la boda de miel; pero al llegar, ella se dio cuenta de que todavía tenía sentimientos de pesar no resueltos y le dijo a Howard que no podía estar casada con él. Volvieron a California y se divorciaron. Un año después Howard conoció a Helena, su actual y reciente esposa. Maravilloso ¿no?

Sin ir tan lejos, también conozco el caso de un viudo de unos 69 años que conoció a su actual pareja por Internet. Ella es una mujer divorciada de cincuenta y tantos, y ha encontrado la sonrisa junto a ese hombre. Es para verlos, absolutamente felices.

Y es que una de las excusas más comunes para no cambiar y dejarte arrastrar por la rutina de los juegos y los pasatiempos es la edad. Nada más lejos de las posibilidades que ofrece la realidad ¿Qué me decís de un hombre viudo de más de ochenta años, que sesenta y dos después se reencuentra con su primera novia, también viuda? Pues también existe el caso.

Los papeles también están plagados de casos de vidas nuevas, aunque pareciera tarde. El caso más sonado fue el de Felipe González hace dos años que tras casi cuarenta de matrimonio, lo rompe y se va con su nueva pareja, a la que le lleva unos veinte años. Y Carmen Romero sigue con su vida. No es el único caso en el mundo de la política, ahí está Álvarez Cascos –éste compulsivo- Rodrigo Rato, Josep Piqué, Bono y más allá el francés Sarkozi con su Carla Bruni, por ejemplo

Sin embargo, la nueva vida más bonita y que más envidia me dio fue la que vivieron José Saramago y Pilar del Río, 28 años de diferencia, a la que conoció cuando él tenía 63 y que formaban un tándem perfecto y apasionante.



Sí, hay nuevas vidas esperándonos, no nos cerremos a ellas por miedo o por costumbre. Salgamos a vivir y dejemos también vivir a quien atamos a nuestro lado.


lunes, 29 de noviembre de 2010

un paseo por San Glorio y Riaño




O más bien “paseín”, como dicen por ahí, una excursionceta por Riaño y el puerto de San Glorio que me hice a principios de verano. Y si la hice entonces, ¿Por qué la cuento ahora?, me preguntaréis. Pues en primer lugar, porque me apetecía y en segundo porque el otro día vi un vídeo que me estremeció:



Y decidí que tenía que contarlo.

Había leído sobre la polémica estación de esquí que pretenden instalar en el puerto de San Glorio, entre Cantabria, Palencia y León, e incluso había opinado sobre este asunto en un artículo del diario de León muy interesante: http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=533819. También había leído una crónica sobre la amarga construcción e inundación del pantano de Riaño (“Veintiún años bajo el fantasma del agua”, PUEYO in Mayoral , coord., 1991, “Riaño” Dip. ¨prov. de León. Gerencia urbanística de Riaño, pp 19-56). Aquello me llamaba irremediablemente, así que decidí calzarme las botas y conocerlo de cerca. Había que subir.

La carretera que lleva hasta allí parte de los horizontes largos y ondulados de Tierra de Campos para poco a poco empezar a cerrarse el monte. Pasas Cistierna y quien se ondula es el camino y el dorado de tierra y rastrojo se torna verde prado y bosque… Hasta llegar al gris de la cerrada de la presa tras una pronunciada curva. Te la encuentras ahí, desafiante, arrogante, e intentas imaginar el fantasma de una pintada que fue un grito: “Demolición”. Pero está al otro lado.


Sigues hacia arriba. Ya no hay río ya es agua embalsada, ahora domina el azul, que anegó praderas y pueblos. Pueblos como Riaño, al que le clavaron estacas de hormigón en pleno corazón en forma de las pilas que sustentan el viaducto que conduce al nuevo núcleo. Al recorrerlo sentí punzadas dentro de mí pensando lo que había leído y lo que recordaba de aquella época en que yo era una joven universitaria recién estrenada. Pensé que si en aquel momento en que yo ya estaba metida en el comité de huelga de distrito hubiera estado en Riaño, también me habría subido a los tejados para intentar impedir su demolición. Hoy la demolición de su iglesia que acabáis de ver me sigue helando las venas, anudando la garganta y encogiendo el estómago.

Al entrar en el pueblo nuevo, te espera un hórreo y una ermita, la del Rosario como testimonio de que se respetó el Patrimonio pero no la Historia. Sí, Riaño produce una sensación agridulce, que aún no he podido digerir. Me gustaría volver, hablar con sus gentes y saber qué piensan veintitantos años después.

Hablar con la gente. Es uno de los paradójicos placeres de viajar sola. En Llánaves de la Reina buscando un camino una mujer mayor -que yo creí lugareña- se acercó a ofrecerme ayuda. Le comenté mis tribulaciones y ella me aconsejó que subiera hasta San Glorio y que visitara el monumento al oso. Lo típico, vamos. Estuvimos hablando un rato más, decidí hacerle caso y me subí a ver ese oso monumental que inclina su cabeza hacia los Picos de Europa, como implorando su territorio. No es cuestión de que te manden en una dirección y te vayas en la otra. Luego me alegré de mi decisión.

A Teresita, que así se llamaba aquella mujer, me la volví a encontrar por la tarde. Bueno, más bien me encontró ella. Me invitó a pasar a su casa e incluso a un chupito de orujo –“Teresita que tengo que conducir…”- Ahí estuvimos un rato charrando, contándome sus cosas y yo algo de las mías, pero era mucho más placentero escucharla. Me gustaría volver a verla. Una mujer valiente, que vive sola pero que no está sola. Es fácil encontrarla si vas de mayo a noviembre a Llánaves, todo el mundo la conoce.

Descubrí un cartel que me indicaba la senda hacia el Coriscao y aunque era ya tarde tenía que subir. La sudada fue tan impresionante como las vistas desde ahí arriba, mirando los Picos de tú a tú por encima de neveros en pleno julio, y una lección de geología ante mis ojos. Ante mí kilómetros cuadrados de valles en U, cabalgamientos y sinclinales colgados, con el carbonífero jugueteando con los conglomerados cenozoicos.


Creo que era una enseñanza de Jesús o algo así, que al pobre no hay que darle pescado para que coma un día, sino enseñarle a pescar para que pueda comer todos los días. De la misma manera, una estación de esquí que deja el impacto y se lleva el beneficio, es el pescado para saciar el hambre de una generación...a costa de las venideras.

Los propios habitantes de la zona deberían exigir a la Junta de Castilla y LEÓN que les pusieran los medios para pescar y saciar el hambre y el valle. No es tiempo de llorar, es tiempo de imaginar. Y esos valles tienen potencial en sí mismos. Desde una ruta geológica que atrajera visitantes de toda España e incluso Europa, tanto visitas individuales como colectivas, hasta modelos como lo que están haciendo en El Frago, un pequeño pueblo cincovillés sin más alicientes que el paisaje y el patrimonio, que no tenía nada y no paran de moverse para tener algo y sobrevivir. Y lo consiguen. Sin estación de esquí.

Hay otros modelos. Lo primero que hay que cambiar son las mentalidades, pero la de los mismos montañeses.


miércoles, 17 de noviembre de 2010

volver a nacer, volver a vivir, volver a existir



Remansadas ya las aguas mediáticas de los mineros chilenos, ya poca gente se preocupa de la nueva vida de esos treinta y tres hombres. Nueva vida porque decidieron vivir, porque cuando se quedaron ahí abajo optaron por vivir y lo consiguieron.

Siempre he pensado que la mejor medicina es la voluntad de vivir y la peor enfermedad es la falta de ganas de luchar. Eso lo he experimentado muy cerca en ambos sentidos. Y es una lección que no olvidaré jamás. Está presente en mi ánimo. Y es que, como dijo Marcelino Camacho, "cuando uno se cae, se levanta y tira pa'lante". A mí me pasó algo parecido hace casi cuatro años, cuando se me juntaron varias pérdidas y circunstancias adversas, todas prácticamente a la vez. Lo pasé mal, muy mal, hasta que toqué fondo. Y en ese momento casi me alegré porque comprendí que lo único que podía hacer es tirar para arriba. Y eso fue lo que hice. Con ayuda, eso sí, alguna inestimable, pero salí adelante y no sólo eso, sino más fuerte.

Algo así es lo que los psicólogos y afines deben de denominar “longanimidad”. Y hay otro término relacionado: “resiliencia”. La primera vez que me enfrente a estas palabras fue en la carta 10 de un libro, “La buena crisis”, cuyo autor, Álex Rovira, se ha enriquecido un poco más gracias a mí porque no he parado de comprármelo para regalarlo posteriormente. Según el diccionario de la R.A.E., Longanimidad significa “Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades”. Por su parte, definen Resiliencia como “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. Ahí es nada.

Todos tenemos, en mayor o menor medida, esa capacidad de sobreponernos, de superación y de adaptación, aunque no nos lo creamos. Nos hacemos –o nos hacen- más débiles por miedo o sobreprotección. Esto último es fatal. En esa misma carta, Rovira comenta el caso de las crisálidas de las mariposas, que deben realizar un enorme sobreesfuerzo para romper el capullo y salir a volar. En un experimento científico, se ensayó a romper artificialmente ese capullo y, efectivamente, las mariposas salieron, pero no fueron capaces de volar y, por tanto, de alimentarse, y murieron de inanición. De la misma manera, si a una persona, que no decir de un niño, no le das la oportunidad de enfrentarse por sí misma a la vida, nunca aprenderá, se estrellara continuamente y protector y protegido se encerraran en la cárcel de un círculo vicioso de dependencia-protección, absolutamente nocivo para ambos.

Y es que por mucho que Elsa Punset, en su “Brújula para navegantes emocionales” -del cual extraigo una cita en el lateral- comenta que uno de los cinco lenguajes del amor es a través de actos de servicio, no creo, por mi parte que esto sea beneficioso en la relación porque por un lado crea costumbre y, por el otro no permite desarrollarse a la otra persona llegando incluso a agobiar al ser “querido” si no es eso lo que precisa.

Siendo muy joven, en un acto de rebeldía adolescente, mi padre me quería ayudar y yo le dije que no, que me dejara que me equivocara, que así aprendería del error. Hoy sigo creyendo que es mejor dejar a la gente en libertad, incluso cuando se cae. Claro, claro que se puede ayudar, pero dejando autonomía, dejando que se supere, que deje aflorar esa longanimidad y resiliencia que todos tenemos dentro para que pueda volver a nacer, a vivir, a existir. Más y mejor.

martes, 2 de noviembre de 2010

algo está fallando



Cuando esta mañana he oído la noticia, me he quedado tan anonadada que no he podido reaccionar: una niña había tenido un bebé, aquí, en España, con apenas diez años. El padre también es menor. La niña y su bebé están bien, de momento con la familia y la Junta de Andalucía, que es donde ha nacido la criatura, está estudiando qué hacer con ellos. Me he querido informar más y he descubierto que la niña es de origen rumano y que en 2008 –último año del que se tienen datos censales- hubo 177 partos de niñas menores de quince años. Ahí es nada.

Independientemente de que la nacionalidad de la madre-niña da lugar a proseguir con el tan sobado debate de la sanidad pública española y los extranjeros, y también al margen del entorno social y cultural de esa familia, quedan muchas cartas sobre el tapete; la primera, la precocidad de esos críos. No es habitual que las niñas estén en condiciones de quedarse embarazadas con tan solo diez años, pero sí es cierto que basta con darse una vuelta por cualquier colegio de primaria para ver que hay alumnas de 5º y 6º francamente desarrolladas, con lo que este riesgo entra dentro de lo posible.

Pero hay un hecho aún más arrollador y son esos 177 casos, esas 177 niñas arrancadas de su infancia o que la abandonaron demasiado pronto. Y cabe preguntarse por qué, qué hay detrás de estas vidas que se saltan la adolescencia para caer de bruces en la madurez que supone educar un hijo. Un hijo, de carne y hueso, no un muñeco con caquitas de barro. No me considero mojigata, ya lo sabéis, pero veo a mi alrededor cómo es difícil vestir a una niña de niña, cómo desean parecerse a esas “Hanna Montanas” o “patitos feos” que luego sabemos que no lo serán y formar parte de una pandilla de “divinas”, cómo escuchan músicas de letras explícitas y cómo siguen con avidez series de televisión situadas en institutos en los que pasa de todo y con toda naturalidad. Y esas personalidades en formación son auténticas esponjas que absorben lo que les rodea sin pararse a seleccionar, lo mismo da sucia agua de fregar que la de la más cristalina de las fuentes.

En la era de la información falla la información por exceso de información. Delegamos o relegamos el momento y la manera de hablar con nuestros hijos y no sabemos por dónde empezar porque nos dan cien mil vueltas. Además, piensan, cómo les vamos a hablar nosotros de sexo si para ellos somos unas antiguallas de cuarenta años que ni nos acordamos de cómo se hace, que eso es cosa de cuerpos jóvenes y atléticos y no de sus ojerosos padres. Falla la comunicación y los mensajes llegan por canales inadecuados. Y luego nos tenemos que lamentar de esas 177 vidas refractadas o enzarzarnos en interminables debates sobre el aborto. Es todo tan delicado…



martes, 19 de octubre de 2010

alegría



"La alegría no tiene precio. No existe trabajo, ni esfuerzo, ni culpa, ni problemas, ni pleitos, ni siquiera errores que no merezca la pena afrontar cuando la meta, al fin, es alegría"

Almudena Grandes, "El corazón helado"




La alegría no tiene precio. Salimos de fechas alegres, unas porque es lo que toca, eran las fiestas y había que estar alegre. Pa’fuera telarañas que diría Bebe. Otras porque también es lo que toca, porque treinta y tres hombres han salido de la oscuridad a la luz de la vida. Y eso es bueno.

Porque la alegría, es un bien escaso últimamente. Son caras las sonrisas. A mí misma me ha pasado. La gente que me conoce bien lo sabe. He pasado unos días malos, muy malos, en los que me apetecía cualquier cosa menos sonreír. Os agradezco todo lo que me habéis ayudado y os pido perdón por las preocupaciones que os he causado. Me he dejado llevar, por el desánimo, la tristeza y el pesimismo. Y lo peor es que me daba cuenta, sabía que no tenía que recorrer ese camino, y ahí estaba yo, sin brillo sin energía, apagada. Sin ni siquiera escribir.

Sin embargo, esta noche me ha llegado un comentario de alguien que no conozco y que me ha dado las gracias por escribir y que le hacía sentir que trocitos de su vida merecían la pena. Gracias a ti, Vitorio. Y gracias a los que a pesar de mi mutismo de los últimos meses –he llegado a pensar en cerrar el blog- seguís ahí cada mañana buscando una novedad que no prolifera. O lo visitáis de vez en cuando para ver si ha pasado algo en la cibernada.

Gracias a vosotros, que estáis ahí, y me dibujáis una sonrisa en la cara. Y cambia el ánimo y se enciende la luz, y comienzas de nuevo a brillar. Y las cosas cambian, o no, pero las miras de otra manera. Y te sientes con fuerzas para encarar los días.

Gracias a los que, de una manera u otra me queréis porque me dais energía. Por lo menos tanta como para devolveros vuestro amor y amistad.

A la cara perfecta de mi hijo cuando duerme.
Al abrazo y "apierno" de mi hija cuando se despierta
A la sonrisa que me ilumina algunas mañanas
A las otras sonrisas cotidianas
A la sorna en la oficina
Al cariño de mi familia
A la felicidad de mi hermana francesa
A los más que amigos que me acogen y que me impulsan
A los amigos que se acuerdan de mi cuando me envían correos
A los que me contestan cuando los envío yo
A los que llaman
A los que vienen
A los que no hacen nada de eso pero están.
A los que habéis trabajado conmigo
A los que me habéis enseñado
A los que me habéis escuchado
A los que me habéis leído

A los que pensar en vosotros me hace sentirme feliz


Eso es alegría.



domingo, 19 de septiembre de 2010

somos





un poco huérfanos. Ya se ha dicho casi todo y creo que se ha llorado un poco más. Simplemente no es que personas como Labordeta no se deberían morir nunca, eso que se dice siempre, sino que como lo tenías tan a mano, no pensabas que nunca se pudiera morir.

Hoy, escuchando la radio, viendo los telediarios nacionales o leyendo las noticias, me he dado cuenta de que ese señor era más que importante, era único. No quiero ser injusta pero pareciera que en esta tierra te tienes que morir para que te reconozcan. Y somos tan pacatos, que teníamos un himno y tuvimos que inventarnos otro. Y hoy todos reclamamos que ese canto a la libertad que llevamos en el corazón y que a todos nos emociona cuando lo cantamos/escuchamos sea por fin la canción que nos represente a todos los aragoneses, ese regalo magistral que nos hizo Labordeta hace muchos años y que ya va siendo hora de que se lo agradezcamos.





(Y sí, ya sé que os debo muchas entradas y estoy en ello, pero ésta me ha salido de las entrañas)


martes, 22 de junio de 2010

yo también soy M.R.A.




Detenido un anciano que robó 5.300 euros en un banco con una pistola de juguete

La Policía ha detenido hoy en León a un hombre de 72 años porque supuestamente atracó esta mañana una sucursal del Banco Santander de León con una pistola de juguete y se apoderó así de un botín de 5.300 euros.

Aunque el asaltante, cuyas iniciales son M.R.A., logró escapar del banco, fue arrestado poco después por la Policía Local de León, ya que uno de los empleados de la sucursal avisó del atraco, han informado hoy fuentes de la Policía Local.

El suceso tuvo lugar en una oficina bancaria de la transitada Avenida Miguel Castaño de León, y el supuesto autor fue detenido a los pocos minutos en las inmediaciones del Corte Inglés, ambos lugares a unos cinco minutos de distancia a pie.

ECODIARIO.ES 22/06/2010, 15:27


Pues ole por M.R.A. No sé de sus circunstancias personales, pero sí me imagino la de miles de pensionistas que sobreviven con apuros, casi de milagro, y que van a ver congeladas sus pensiones por culpa de la crisis que han creado los bancos. Yo también quiero tener la valentía suficiente –y un poco de ingenuidad- como para entrar en un banco a robar con una pistola de juguete lo que ellos nos están robando todos los días. Llamadme subversiva, sí, pero deberíamos ser muchos los emerreas que tendríamos que ir a que nos devolvieran lo nuestro, eso sí sin hacer daño a nadie, que ha quedado demostrado que las pistolas de juguete sirven.

Porque no deja de sonar a recochineo que el gobierno haya estado ayudando a los bancos y a las grandes empresas, sólo porque tenían menos beneficios que el año anterior mientras los curritos de a pie se balancean en el difícil alambre del E.R.E. de dónde se pueden caer a la sobresaturada red del paro hasta el tortazo de la nada. O les bajen el sueldo. O son autónomos o pequeños empresarios que se dan de leches por sobrevivir cada día.

Os contaré una historia: Conozco una persona que tiene una microempresa, muy micro, que siempre se había caracterizado por su pulcritud en las cuentas y en los contratos con sus pocos empleados y pagaba religiosamente a la Seguridad Social y a Hacienda lo que hiciera falta pues era temeroso del estado. Pero un día se confundió y había una mínima desviación entre lo que había cotizado y lo que debería haber cotizado. Le mandaron una notificación requiriéndole el pago de la deuda y la multa correspondiente, como suele ocurrir en estos casos. Lo curioso fue que la multa era muy pequeña y, como estaba por debajo del mínimo que cobraba la Seguridad Social, le aplicaron éste, aun a pesar de que no le correspondía pagar tanta cantidad. En aquellos días comenzaban a saltar las noticias sobre las ayudas millonarias a las grandes empresas y esta persona, que también creaba empleo, que ningún año tenía beneficios, que iba justito , no sólo no recibía ayuda sino que tuvo que pagar más de lo que le correspondía.

Da rabia. Y teniendo en cuenta los seguros que tienen los bancos, que ya se sabe que la banca nunca pierde, pues yo también quiero ser M.R.A. Yo también soy culpable de su delito de reclamar lo que no sé si es suyo, pero desde luego, no de los bancos.


domingo, 6 de junio de 2010

la crisis griega es contagiosa



Y no sólo a nivel internacional, que también. Y si no, mirad lo que está pasando con Hungría e incluso con nosotros mismos. Pero no, no me refiero sólo a eso. ¿Os acordáis de que os comenté la puntería que había tenido a elegir a Grecia como mi próximo destino? Bueno, pues una vez más tendrá que esperar. La crisis, la maldita crisis, o lo que es peor, el miedo ha llegado a mis cuentas. Y si ya me daba reparos el andar por Grecia pagando los platos rotos por otros como turista accidental en un país arruinado (y no sólo las piedras), no me voy arriesgar encima a hacerlo cuando no tengo claro mi futuro.

Y es que ya estoy pagando otros platos que tampoco he roto yo, o, al menos, no sola, ni mucho menos en su mayor parte. La crisis, la maldita crisis paraliza las obras, porque la cultura ya se sabe que en estos tiempos no es prioritaria. Y si queda alguna, que más da saber cómo son las piedras o qué les pasa, hacemos lo de siempre y en paz. Como si siempre fuera igual (siempre, siempre, que palabra más traicionera y manoseada).

Pero claro, de qué me quejo, si yo soy una autónoma que he vivido en la opulencia estos años de vacas gordas… no como esos pobres funcionarios que les rebajan el sueldo una media del 5%, pobrecitos, qué penita me dan.

Pues no, señores, no me dan ninguna. Tampoco podría decir que me alegro, pero a esos señores que pasado mañana saldrán a quejarse deberían caérseles la cara de vergüenza en lugar de enarbolar una pancarta. Y de paso, que se les cayera también a los sindicatos que ahora es cuando despiertan de un tan extraño como largo letargo.

Esos señores siguen contando con un sueldo fijo, menguado sí, pero saben que al mes que viene, dentro de seis o de un año, seguirán cobrando. Que tal vez deban tener un poco más de cuidado con la visa e ir a cenar a restaurantes menos caros, puede. Que a lo mejor no podrán comprarse ese irresistible bolso de “mandarina duck” y que Tommy Hilfiger puede esperar, también. Hay que pagar la hipoteca y los plazos del cochazo que duerme en el garaje (porque para diario es mejor el otro, el pequeño utilitario). Pero saben que seguirán cobrando sólo por levantarse cada mañana de la cama.

No me dan ninguna pena, no. Yo no me he forrado durante las vacas gordas, como todo el mundo acusa a los autónomos; mi coche tiene diez años y que dure, y soy la reina de los chollos y las marcas blancas. Tal vez porque sé lo que me cuesta ganar cada euro que entra mi cuenta, y sobre todo lo que cuesta que entre, que últimamente lo hacen poco. Quizás porque sé que sólo por levantarme por la mañana ya tengo que pagar mi parte alícuota de seguridad social, alquiler de local, suministros, colegio profesional, etc, etc, etc. Trabaje o no.

Y aún con todo no me puedo quejar, que conservo, mal que bien un trabajo por el que cada día peleo y me desespero ante el silencio del teléfono y la inactividad del correo electrónico. Hay otros que viven en un E.R.E. asintótico con una peligrosa tendencia al cero en su trabajo. U otros, muchos, que ya han llegado al cero y a los que ya no se les puede sacar más conejos de la chistera en forma de prestaciones. Hay demasiados dramas a nuestro alrededor, muchas horas de sueño perdidas, muchas cuentas como rosarios para que me queje. No nos quejemos, señores funcionarios de silla vacía y cafetería repleta; de moscosos y horarios sutilmente recortados hasta transformarse en derechos adquiridos; de cafés interminables que se transforman en paseo de tiendas o confesiones íntimas. Mejor nos estamos calladitos.

Sé que ésta no es la solución, que ni los funcionarios, ni los autónomos ni todas esas personas que han perdido su empleo tenemos la culpa de esta crisis, y la estamos pagando entre todos, pero tengan un poco de vergüenza y trabajen, que para eso cobran, aunque sea menos.

miércoles, 14 de abril de 2010

el juicio de la memoria



Hace una semana que vengo pensando en esta entrada, desde que me enteré del “caso Garzón” como he visto reflejado en la prensa que denominaban al procesamiento del juez Garzón. No pretendo entrar aquí en las afinidades que se puedan tener o no con este hombre, porque si bien me parece una persona valiente, también me parece que adolece de un exceso de afán de protagonismo. Tampoco entraré en un planteamiento jurídico del que no entiendo casi nada, tendiendo a la nada absoluta, sobre la posibilidad de esa presunta prevaricación. De lo que sí que empiezo a entender es de la rabia y estupor que me produce que un grupúsculo franquista, la Falange que tantos trapos tiene aún por lavar en este país, haya conseguido sentar al juez en el banquillo para que se siga silenciando la memoria.

Y me duele, me duele profundamente que los últimos supervivientes de una generación de octogenarios que vislumbraban la esperanza de tener por fin una partida de defunción de sus padres, tíos, etc., una generación, digo, a la que no le queda tiempo de nada, les arrebaten la posibilidad de irse tranquilos con su mezcla de tristeza y satisfacción de saber cuándo y dónde. El porqué ya lo saben, aunque no lo entiendan. Cada vez menos tiempo y más desesperanza. Y miedo.

Sí, miedo, porque ellos aún tienen las cicatrices en el alma que duelen como las del cuerpo los días de tormenta. Y les duelen porque esta panda, sí, no me cortaré, ya me conocéis todos, de falangistas y adláteres, esos cuatro gatos insidiosos han conseguido recordarnos peligrosamente las “Dos Españas” tan lamentablemente latentes, a costa de que unos den su apoyo a Garzón o a su encausamiento.

Y también vergüenza. Pero eso no es patrimonio de esa generación que perdió, sino que está repartida por todo aquel que tenga algo de sentido común y sensibilidad. Vergüenza internacional porque difícilmente vamos a ser un país creíble cuando no somos capaces, o no podemos, o nos ponemos la zancadilla para, no ya juzgar, pero sí por lo menos esclarecer todos esos crímenes que hasta que no se encuentran a las víctimas no lo serán del todo. Hemos clamado contra la dictadura de Chile o Argentina, nos horrorizó lo que conocimos de la Rumanía de Ceaucescu, por no hablar del sinfín de crímenes cometidos en la antigua Yugoslavia, que también fueron denunciados. Los mismos que arremeten contra Garzón –y muchos más- protestan contra Cuba y sus presos políticos. En 2008 la moda era manifestarse por los derechos humanos en la China olímpica… Y no somos capaces de curar nuestras propias heridas sino que encima las reabrimos “gracias” a los mismos que tanto dolor causaron. ¿Cuándo va a madurar por fin este país?

martes, 23 de marzo de 2010

la hora del planeta



El año pasado había quedado en la plaza del Pilar con un par de amigos. Queríamos ver cómo se apagaban durante una hora la iluminación del Pilar, que había visto inaugurar un año antes. De repente, a las ocho y media, ¡pof! Se apagó. Era una sensación extraña por muchos motivos. No sabía qué me chocaba más; ver “el Monumento” de Zaragoza (prescindiendo de valoraciones estéticas y de connotaciones históricas, no deja de ser un símbolo) apagado a las ocho y media de la tarde no dejaba de sorprender. Pero también me extrañaba que aquel gesto, cargado de simbolismo, no llamara excesivamente la atención, y que salvo alguna cámara y algún viadante despistado que levantó la cabeza al notar la falta de esa luz familiar, poca gente supo mirar más allá de esa falta de iluminación.

El día del planeta (http://www.wwf.es/que_hacemos/cambio_climatico/la_hora_del_planeta_2010/) no es un apagón de protesta contra ninguna compañía eléctrica (que no digo que no se lo merezcan). Es un grito al futuro, a la herencia de nuestros hijos y de aquellos hijos que apenas son ideas como espuma de mar.

Es nuestra responsabilidad. Y, aunque puede que el apagado y encendido de la iluminación monumental suponga más gasto que mantenerla encendida durante ese rato, esos pequeños gestos de luces apagadas, de aparatos desconectados, de huelga de clavijas caídas en tu casa, la suya, la de aquél y la mía es la manera que tenemos de decir, que no, que no queremos seguir así, que nos estamos cargando lo que no es nuestro, este piso de alquiler que es la Tierra, que no es de nadie sino del futuro.

Y como dice ese eslogan y página web http://estosololoarreglamosentretodos.org/, si no nos movemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? Ahora se han dado cuenta. Es una máxima que he practicado desde siempre, lo que no haga yo, no lo va a hacer nadie por mí; si de paso se benefician otros, pues me alegro, pero también me habré beneficiado yo. No esperemos a que venga nadie a salvarnos. Seamos responsables de una vez. Seamos una sociedad adulta y demostrémoslo. Vamos a tomar el timón de nuestra vida. Y ello implica el futuro.

Yo también apagaré las luces el sábado ¿Y tú?

martes, 9 de marzo de 2010

nadal en marzo


El título lo he tomado prestado de un mensaje que recibí ayer cuando volví de Barcelona. Nieva poco en esa ciudad, poca cantidad y pocas veces, pero ayer, fue la excepción. A mí me pilló haciendo un trabajo ur-gen-tí-si-mo -que acabo de interrumpir para escribir esto- y no tenía otro día para trabajar, los plazos y los billetes del A.V.E. mandan.

Había mirado la predicción meteorológica (Maldonado fecit, www.eltiempo.es) y sabía que no iba a parar de llover, que haría frío y que haría viento. Pero no me podía imaginar esto. Me sorprendió que a las nueve y media de la mañana la gente se quejaba del frío, poco acostumbrados están, pobres. Luego, a media mañana comenzó a llover y sobre las doce y media a caer aguanieve. Aguanieve que no tardó en convertirse en una copiosa nevada. Éste es el aspecto de Barcelona a esa hora, aún no había cuajado, ni pensaba q lo fuera a hacer, pero la nevada era intensa. La foto está sacada desde el edificio en Via Laietana donde estaba trabajando, a apenas 150 metros del mar, que no se alcanzaba a ver.


Por la tarde fue arreciando y comenzaba a cuajar...


Y cuajo, vaya si cuajó:


La gente del edificio donde estaba trabajando se apiadaba de nosotras y nos decían "¡pobrecitas, con la nevada que está cayendo y vosotras ahí!". Yo les contestaba que no me importaba, que me sentía una privilegiada de estar viviendo un día histórico, la nevada más fuerte en Barcelona en muchos años. Luego vendrían el caos, los retrasos, las cancelaciones y la gente atrapada. Se notaba que no era una cuidad -ni unos políticos- acostumbrada a la nieve porque la sal brilló por su ausencia y estaban las aceras y las entradas al metro, único medio de transporte fiable, impracticables y había que ir agarrándose a las barandillas como las ancianas de ochenta y tantos, con las dos manos para no resbalar.


Pero fue toda una experiencia.


miércoles, 17 de febrero de 2010

caramba…


¡Qué puntería! ¿Os habéis dado cuenta de que fue deciros que me quería ir este año a Grecia y saltó el gran batacazo económico griego? ¿Y ahora, qué? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Va a estar todo más caro por la subida de impuestos? ¿Más barato si se sale del sistema monetario internacional? ¿Me engañarán menos si les obligan a expedir recibos por todas partes?

Todo son dudas. Acabo de coger el suplemento salmón de El País de este domingo y tampoco me ha aclarado nada. Esto no es de extrañar porque creo que es la primera vez que me leo un suplemento de economía y os juro que me ha costado concentrarme. De hecho, el primer artículo ha podido conmigo al segundo round, digo párrafo. He conseguido leer otro centrado en la situación interna griega y la verdad es que es lamentable ver como un país entero -del que ahora a los periodistas no les empalaga decir que es la cuna de la cultura europea y de la democracia en un ¿brillante? ejercicio de cinismo- ha engañado a Europa, maquillando cuentas, con un déficit espantoso, una productividad bajísima, una sensación de que se podía vivir de la sopa boba funcionarial rascándose cualquier parte de la anatomía situada por debajo del ombligo y con una economía sumergida muy boyante…

También era lamentable enterarse de que Súper Sarkozi y X-woman Merkel se calzaron sus trajes de súper héroes no para ayudar a Grecia, sino para venderle 6 fragatas y 30 aviones eurofighter, no fuera a ser que el negocio lo hiciera el amigo americano.

En definitiva, que nadie sabe lo que va a pasar, que ha riesgo de pérdida de poder adquisitivo para la población griega y que es posible que paguemos el pato, y bien caro, los turistas.

Si alguien entiende algo de economía, que me ayude, por favor.

lunes, 8 de febrero de 2010

un dibujo


- ¡Ya te dije que no ibas a llegar a nada, zoquete!
- Pero, pa...
- Calla, ¿dónde te crees que conduce esto? ¿Tú ves una salida razonable y de provecho a esa curva que se cierra en sí misma? Ahí vas tú de cabeza, ¡a la nada! ¡al punto cero de la indigencia!
- ¿La indi... qué..?
- ¡Indigencia, ceporro, indigencia! eso mismo de lo que tu madre y yo queremos librarte y por lo que se ve sin éxito. ¿De qué nos han valido todos nuestros cuidados, todo el esfuerzo, todo el ingente dinero que hemos destinado a tu educación? ¡De nada, Señor, de nada! Anda, di algo, desalmado, di algo coherente si eres capaz..
- ¿Cohe... qué?
- ¡Coherente, inútil!
- Es que... la espiral... no va de fuera hacia dentro, va de dentro hacia el infinito. ¿Entiendes?

Durante los primeros años que estuve en la Universidad, heredé en mi despacho este dibujo de Quino. Era lo primero que veía cuando abría la puerta. A veces me lo quedaba mirando sin más. Pasó el tiempo, dejé aquel despacho y la Universidad y lo perdí de vista. Pero era irremediablemente tarde, se había quedado grabado en mi retina. Y también en mi memoria, mi conciencia y mi corazón.

Aquel dibujo era un grito de libertad y de rebeldía. Una proclama de que otro mundo es posible aunque el sistema, personificado en el padre abroncador y la madre altiva intenten meternos en vereda con riñas tan inútiles como trasnochadas. Porque cuando la libertad de pensamiento echa raíces no hay corsé social que la pueda ceñir.

El niño agacha la cerviz con cara de culpabilidad, pero todos sabemos que esa culpa no le pertenece sino que se la intentan inculcar para tenerle acongojado entre las líneas rectas. Porque la culpa nunca es nuestra, la culpa nos la inoculan los convencionalismos sociales, la “buena” educación y, en definitiva, la manipulación emocional. Si continua con la cabeza gacha ese niño terminará siendo un adulto amargado e incompleto que no conseguirá sentirse él mismo puesto que estará atosigado por la carga de la culpa adquirida y cultivada a lo largo de su vida. Es duro pero preferible que levante la cabeza a tiempo y proclame con decisión y firmeza que le gustan los círculos. Sin duda provocará un terremoto a corto plazo, pero a la larga podrá vivir en paz consigo mismo por ser libre de ser quien quiere ser. Y esa libertad, lleva a la felicidad y, no lo olvidemos, la felicidad puede ser contagiosa.

Tal vez por eso nos quieran amargar con cuadrados, porque una persona feliz sabe lo que quiere y no se deja manipular.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Cuidado/chantajes/emocionales/elpepusoceps/20090524elpepspor_5/Tes



Gracias por el diálogo del principio.


martes, 2 de febrero de 2010

las razones



Ahora que mi paseador favorito se ha ido a dar una vuelta por Nueva Orleáns me empieza a picar el gusanillo a mí también. Cuando estábamos en el último tren en la India me preguntó Ignazio que cuál sería mi próximo viaje. Y no me lo pensé dos veces cuando le contesté que Grecia.

Desde bien cría me ha atraído Grecia. Cuando era pequeña soñaba con un elegante traje de tirantes fruncidos, cogido a la cintura y falda con vuelo. Me leí la mitología griega de cabo a rabo y siempre consideré que los romanos eran unos copiotas y que el auténtico era Zeus y que se quitara de en medio Júpiter. Luego en el instituto nos dieron la oportunidad de cartearnos en inglés con chavales de nuestra edad de todo el mundo, y yo elegí un griego, aún me acuerdo: Dimitris Georgantzos “el Garbanzos”, de Patras. Nos escribimos una o dos veces y gracias a mi proverbial pereza epistolar se cortó la comunicación. Lo busqué el otro día por Internet, pero, obviamente, no encontré nada. Debería hacerme de Facebook que dicen que viene muy bien para estas cosas, pero soy un ser asocial en ese sentido.

Pasaron los años y yo seguía soñando con Grecia. Y hablando de soñar, no os quiero contar lo que pasó por mi imaginación cuando empecé con esto de las piedras. Cuando conocí al que sería después padre de mis hijos le planteé irnos de viaje allá, al fin y al cabo a un arqueólogo le tiran también las piedras viejas, que es de lo que viven. Sin embargo, le surgió la oportunidad de ir allí por un tema relacionado con el que años después sería su trabajo y volvió tan decepcionado (bueno, en realidad lo ponía a parir y compara Atenas con Santa Coloma de Gramanet) que comprendí que nunca iríamos juntos allí. Así fue.

Esta vez sí, por fin, lo voy a hacer. Me voy. Me iré. De momento solo sé que me quiero ir a Grecia como idea general, tirando de avión e interrail y sola –se aceptan compañías/encuentros con la gente que quiero-, pero no sé fechas ni itinerario. Por ahora, lo único que he hecho es imprimirme un alfabeto griego y ponérmelo en la pared para ir acostumbrándome.



Desde aquí se admiten todo tipo de sugerencia, comentario, recomendación o contacto. Gracias de antemano por ayudarme en mi aventura de cumplir mi sueño.


viernes, 22 de enero de 2010

alfonsina y el mar...

Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más
Un sendero sólo de pena y silencio
llegó hasta el agua profunda
Un sendero sólo de penas mudas
llegó hasta la espuma

Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada
en el canto de las caracolas marinas
La canción que canta en el fondo
oscuro del mar la caracola

Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos
harán una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
pronto a tu lado

Bájame la lámpara un poco más
déjame que duerma, nodriza, en paz
Y si llama él, no le digas que estoy
dile que Alfonsina no vuelve,
y si llama él, no le digas nunca que estoy
Di que me he ido.

Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar



Es bonita la canción, triste, romántica, lírica. Evocadora. Pero, ¿evocadora de qué? La canción sugiere un final romántico de una mujer melancólica que poco a poco se va sumergiendo en las aguas del mar. Siempre que lo leía, oía o cantaba, admiraba a Alfonsina por la sangre fría de suicidarse así, tan despacio, y sin volver atrás, tan premeditadamente, en lo que debía de ser una muerte lenta con una agonía horrible –dicen que son de las peores, las de ahogamiento. Pero a la vez me extrañaba esa falta de instinto de supervivencia que todos poseemos y que, incluso en esos momentos, te llevan a aferrarte a la vida. Grande había de ser la desesperación de Alfonsina para vencer ese instinto y seguir adentrándose en el mar. Porque la canción habla de angustias y dolores viejos, ahondando más en la vertiente romántica de Alfonsina que en la propia mujer. En realidad se tiró desde la escollera.

He ido buscando más información estos días y me he encontrado con una mujer orgullosa de ser mujer en un mundo de hombres, una mujer rompedora y valiente, aunque también angustiada. “¡Es que a las mujeres nos cuesta tanto esto! ¡Nos cuesta tanto la vida!”, le escribiría a Julio Cejador. Una mujer que asumió en una sociedad pacata e hipócrita su condición de madre soltera de un hijo fruto de una relación con un hombre casado mayor que ella… Sí, Alfonsina es una mujer luchadora y apasionada, que reivindica a la mujer en todos los ámbitos, incluido el sexual. Y no se encarga de ocultarlo, más bien al contrario. Alfonsina ejerció el amor libre y entre sus relaciones destaca la que mantuvo con Horacio Quiroga, al que más tarde le susurra su admiración por su decisión de suicidarse con cianuro: «Morir como tú, Horacio, en tus cabales, / Y así como en tus cuentos, no está mal; / Un rayo a tiempo y se acabó la feria... / Allá dirán. / Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte / Que a las espaldas va».

Sí, para ella el suicidio era una decisión no sólo valiente, sino digna. Y cuando decide que ha llegado su hora no lo hace sólo por angustias o dolores viejos del corazón, sino por dignidad y por dolores bien presentes del cáncer que padecía. Alfonsina decide ir por fin al encuentro de la muerte a la que tanto había cantado pues en su obra se entremezclaban vida, amor y muerte sin solución de continuidad.

Alfonsina muere envuelta en soledad, dolor amor, y poesía. La soledad que le había acompañado durante toda su vida y que tanto la marcó, el dolor de su enfermedad, el amor hacia su hijo, “Suéñame, que me hace falta. Te escribo tan sólo para que veas que te quiero” y la poesía como despedida:

VOY A DORMIR

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

jueves, 14 de enero de 2010

terremoto



Las personas somos como la Naturaleza –no olvidemos que pertenecemos a ella- y podemos estar viviendo un momento de lo más apacible e incluso idílico, cuando de repente surge un terremoto emocional y lo manda todo a la mierda. Donde antes había paz ahora hay dureza, donde hubo comunicación, ahora hay incomprensión y donde amor, espalda. Bien es verdad, que igual que en la Naturaleza, un terremoto de la misma intensidad no causa los mismos efectos en Japón –ejemplo típico- país desarrollado con edificios diseñados y construidos para aguantar seísmos de gran magnitud, que en Haití, uno de los países más pobres de la Tierra y el que más de América, donde las casas apenas existen para proporcionar un techo y poco más en la mayoría de los casos.

En el caso de los seres humanos ocurre algo similar. Un terremoto emocional en una relación consolidada, sin dudas, no tiene los mismos efectos devastadores que en una relación que parece un baile de Ricky Martin “un pasito pa’lante, María, un pasito pa’tras”. Pero en cualquiera de los casos, siempre tiene consecuencias y produce microfisuras en los cimientos.

Cuando ocurre un terremoto en la Naturaleza y afecta de manera tan grave y atroz a un país, como ha ocurrido ahora con Haití, la ayuda internacional es fundamental para socorrer a los que se han quedado sin NADA. Y en ese nada incluyo familia, casa, país o vida. Esa ayuda es clave y los países ricos tienen que dejar de mirar su ombligo financiero y arrimar el hombro (vergüenza, ¿os acordáis?). Cuando ocurre un terremoto emocional, son los amigos los que proporcionan esa ayuda humanitaria tan necesaria y dejan atrás sus problemas y te apoyan y escuchan. Sólo que en esta ocasión, la relación puede ser biunívoca y sabes que ellos también pueden necesitar de tu ayuda en algún momento.

La Naturaleza tiende a ser más drástica y despiadada que nosotros y cuando crea problemas, los crea de verdad. Y a lo mejor, instantes antes del terremoto, en una pareja haitiana alguien mandó a la mierda a alguien e inmediatamente después se cumplieron sus palabras, dejando esa rencilla en una anécdota frente al horror de la pérdida absoluta.

Afortunadamente las personas somos más que naturaleza y antes de llegar a los terremotos tenemos la capacidad de pensar nuestras palabras y acciones, que pueden ser dichas o hechas en un momento inoportuno y desencadenar un terremoto, que siempre avisan, pero poco.

También tenemos la capacidad de manejar nuestra voluntad, de pedir perdón y perdonar, e intentar reconstruir desde las astillas algo nuevo. Ésa es la diferencia con la Naturaleza.