martes, 23 de marzo de 2010

la hora del planeta



El año pasado había quedado en la plaza del Pilar con un par de amigos. Queríamos ver cómo se apagaban durante una hora la iluminación del Pilar, que había visto inaugurar un año antes. De repente, a las ocho y media, ¡pof! Se apagó. Era una sensación extraña por muchos motivos. No sabía qué me chocaba más; ver “el Monumento” de Zaragoza (prescindiendo de valoraciones estéticas y de connotaciones históricas, no deja de ser un símbolo) apagado a las ocho y media de la tarde no dejaba de sorprender. Pero también me extrañaba que aquel gesto, cargado de simbolismo, no llamara excesivamente la atención, y que salvo alguna cámara y algún viadante despistado que levantó la cabeza al notar la falta de esa luz familiar, poca gente supo mirar más allá de esa falta de iluminación.

El día del planeta (http://www.wwf.es/que_hacemos/cambio_climatico/la_hora_del_planeta_2010/) no es un apagón de protesta contra ninguna compañía eléctrica (que no digo que no se lo merezcan). Es un grito al futuro, a la herencia de nuestros hijos y de aquellos hijos que apenas son ideas como espuma de mar.

Es nuestra responsabilidad. Y, aunque puede que el apagado y encendido de la iluminación monumental suponga más gasto que mantenerla encendida durante ese rato, esos pequeños gestos de luces apagadas, de aparatos desconectados, de huelga de clavijas caídas en tu casa, la suya, la de aquél y la mía es la manera que tenemos de decir, que no, que no queremos seguir así, que nos estamos cargando lo que no es nuestro, este piso de alquiler que es la Tierra, que no es de nadie sino del futuro.

Y como dice ese eslogan y página web http://estosololoarreglamosentretodos.org/, si no nos movemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? Ahora se han dado cuenta. Es una máxima que he practicado desde siempre, lo que no haga yo, no lo va a hacer nadie por mí; si de paso se benefician otros, pues me alegro, pero también me habré beneficiado yo. No esperemos a que venga nadie a salvarnos. Seamos responsables de una vez. Seamos una sociedad adulta y demostrémoslo. Vamos a tomar el timón de nuestra vida. Y ello implica el futuro.

Yo también apagaré las luces el sábado ¿Y tú?

martes, 9 de marzo de 2010

nadal en marzo


El título lo he tomado prestado de un mensaje que recibí ayer cuando volví de Barcelona. Nieva poco en esa ciudad, poca cantidad y pocas veces, pero ayer, fue la excepción. A mí me pilló haciendo un trabajo ur-gen-tí-si-mo -que acabo de interrumpir para escribir esto- y no tenía otro día para trabajar, los plazos y los billetes del A.V.E. mandan.

Había mirado la predicción meteorológica (Maldonado fecit, www.eltiempo.es) y sabía que no iba a parar de llover, que haría frío y que haría viento. Pero no me podía imaginar esto. Me sorprendió que a las nueve y media de la mañana la gente se quejaba del frío, poco acostumbrados están, pobres. Luego, a media mañana comenzó a llover y sobre las doce y media a caer aguanieve. Aguanieve que no tardó en convertirse en una copiosa nevada. Éste es el aspecto de Barcelona a esa hora, aún no había cuajado, ni pensaba q lo fuera a hacer, pero la nevada era intensa. La foto está sacada desde el edificio en Via Laietana donde estaba trabajando, a apenas 150 metros del mar, que no se alcanzaba a ver.


Por la tarde fue arreciando y comenzaba a cuajar...


Y cuajo, vaya si cuajó:


La gente del edificio donde estaba trabajando se apiadaba de nosotras y nos decían "¡pobrecitas, con la nevada que está cayendo y vosotras ahí!". Yo les contestaba que no me importaba, que me sentía una privilegiada de estar viviendo un día histórico, la nevada más fuerte en Barcelona en muchos años. Luego vendrían el caos, los retrasos, las cancelaciones y la gente atrapada. Se notaba que no era una cuidad -ni unos políticos- acostumbrada a la nieve porque la sal brilló por su ausencia y estaban las aceras y las entradas al metro, único medio de transporte fiable, impracticables y había que ir agarrándose a las barandillas como las ancianas de ochenta y tantos, con las dos manos para no resbalar.


Pero fue toda una experiencia.