sábado, 18 de marzo de 2017

mujeres y ciencia (o de cómo nos han tenido por ignorantes cuando en realidad sólo estábamos ignoradas)




Este mes de marzo vamos a volver a celebrar el Día Internacional de la Mujer. Sin más. Lo de trabajadora se sobreentiende. En la Asociación de Artistas Plásticos Goya Aragón se inaugurará, además, una exposición sobre las olvidadas e ignoradas a través de la Historia hasta nuestros días, poniendo el acento en aquellas mujeres que la Historia, escrita por hombres, ha procurado borrar o, cuando menos, velar. Hace poco, también se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Y os aseguro que eso sí que ha sido un drama para las mujeres. Si ya de por sí no se nos ha permitido pensar, ya no hablemos de dedicarnos -o destacar- en los diversos campos científico-tecnológicos, de amplia raigambre masculina, incluso hoy en día.
Buceando un poco en las estadísticas, encontramos que en España, y según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el 54,4% de los estudiantes universitarios son mujeres, e incluso este porcentaje sube ligeramente entre la población egresada (57,3%). A priori es para congratularse. Sin embargo, si profundizamos un poco más, apreciamos las primeras diferencias claras: Atendiendo a las distintas ramas de conocimiento, se observa una proporción de hombres muy superior a la de mujeres (74,1% son hombres) en la de ingeniería y arquitectura. Esta distribución se invierte en Artes y Humanidades, donde el porcentaje de mujeres sube hasta el 61,5% y, afortunadamente, en Ciencias de la salud, rama en la que las mujeres tienen una presencia muy superior a la de los hombres (30,3% son hombres).
Visto así, el futuro parece ser de las mujeres, salvo en el campo científico-tecnológico, donde aún queda mucho camino por recorrer. Pero, ¿qué pasa con el presente? Si atendemos a los mismos datos del ministerio, ya sólo el 39,9% del personal docente son mujeres, y entre los catedráticos de universidad, el 79,3% son hombres. Por rama, las mujeres siguen teniendo mayor presencia en artes y humanidades (47,6% mujeres, aún por debajo del 50%) frente a ingeniería y arquitectura, donde sólo el 20,6% son profesoras.
Esta situación no es exclusiva de España. A nivel  mundial, y según datos de la Unesco en el Atlas mundial de la igualdad de género en la educación, en los últimos cuarenta años el número de las matriculadas en estudios superiores crece al doble de velocidad que el de hombres. No obstante, esto no siempre se traduce en una mejora de sus oportunidades profesionales, sobre todo en cuanto a la posibilidad de dedicarse a la investigación después de obtener el doctorado. Y de nuevo se aprecian sensibles diferencias entre los sexos en función del campo de estudio, y así los graduados en ingeniería, industria y construcción son mayoritariamente varones en los 84 países de los que hay datos.
Lo mismo pasa con la investigación profesional, donde es claro el predominio de los hombres. Para que os hagáis una idea, permitidme que os hable de una amiga, Emmanuelle Vennin. Ella es una geóloga francesa con la que mantengo amistad desde hace más de veinticinco años. Es tan excelente persona como trabajadora. Lleva más de veinte años recorriendo el mundo investigando posibles yacimientos petrolíferos y es –y de esto me enteré hace unos días-la primera mujer catedrática de Geología en Francia, plaza que, además, obtuvo con solo treinta y siete años. Sin embrago, su propia peripecia vital casi no le ha permitido, como a muchas mujeres, darse la importancia que en realidad merece.
Y rebuscando en nuestro pasado nos encontramos con multitud de mujeres de la mayoría de las cuales sus nombres no nos resultan conocidos, pero que fueron determinante en sus respectivas disciplinas científicas. Algunas sí han pasado a la Historia, y hasta han tenido película propia, como Hypatia (Ágora, 2009), Hildergarde von Bingen (Visiones, 2013) o las matemáticas Katherine Johnson y Dorothy Vaughan y la ingeniera Mary Jackson en la nominada a los Óscar Figuras ocultas (2016).
Las mujeres han reclamado su sitio en la Historia de la Ciencia desde antiguo, Además de Hypathia, se conoce el nombre de la pitagórica, Teano de Crotona (Siglo VI a.C.), Agnódice (Siglo IV a.C.), la primera ginecóloga, o María la Judía, alquimista que vivió hacia el siglo II aproximadamente.
Pero no ha sido un camino fácil. En demasiadas ocasiones la comunidad científica ha hecho oídos sordos de los trabajos de estas mujeres, cuando no han tenido que hacerlo a la sombra de sus compañeros, que fueron los que normalmente se llevaban los premios, incluso los Nobel, como fue el caso de Rosalind Franklin (1920-1958), investigadora del ADN, o Lise Meitner (1878-1968) por la fisión nuclear (aunque en este caso, Otto Hahn sí que la mencionó al recoger el premio)
Muchas de la científicas que conocemos han podido dedicarse a sus respectivas disciplinas apoyadas por sus padres, hermanos o esposos, Sin embargo, este apoyo a veces las ha eclipsado, como a Irène Joliot-Curie (1897-1956), hija de Marie y Pierre Curie, y que fue también galardonada con el Nobel de Química con menos de 40 años, pero de eso casi nadie se acuerda, igual que de sus postulados feministas.
Este posicionamiento feminista ha también sido determinante en la carrera de otras mujeres de ciencia, como Maria Mitchell (1818-1889), astrónoma cuáquera que estuvo comprometida con la causa antiesclavista y con los derechos de las mujeres o la matemática Sofya Kovalevskaya (1850-1891).
También está el caso de Virginia Apgar, quien da nombre al test que se les realiza a los neonatos y que tantas vidas ha salvado. En su caso, y a pesar de sufrir en su propia piel la discriminación de sexos en el campo de la ciencia y la medicina, esta luchadora incansable nunca se alineó con ninguna formación feminista. Su manera de cambiar el mundo era simplemente continuar trabajando.
En esta España de tradición casposa en materia científica hemos podido, no obstante, dar grandes nombres femeninos a las ciencias, como la matemática Assumpció Català (1925-2009), la primera mujer en obtener un doctorado en matemáticas en la Universidad de Barcelona, Ángela Ruiz Robles (1895-1975) conocida por patentar un artilugio que pretendía ser una suerte de libro mecánico que sería el primer precedente del ebook, Carmina Virgili (1927-2014), geóloga, que fue secretaria de Estado de Universidades e Investigación en el primer gobierno presidido por Felipe González, o la también geóloga Rosa María Esbert (1942-2011), precursora de los estudios de petrología aplicada a restauración en España.

Son muchos más los nombres de mujeres, algunas de vidas insólitas como Elena de Céspedes (1546-1588), que han contribuido con su inteligencia al desarrollo de la ciencia, la tecnología, o con inventos sin los cuales no concebiríamos nuestra actual existencia. Poco a poco iremos desgranando sus vidas y sus obras.



http://www.elpollourbano.es/nosotras/2017/03/mujeres-y-ciencia-o-de-como-nos-han-tenido-por-ignorantes-cuando-en-realidad-solo-estabamos-ignoradas/

sábado, 11 de marzo de 2017

las habitantes del andamio



Llevo más de veinte años subida en el andamio. En todo este tiempo he ido percibiendo un cambio -quizás excesivamente lento- en la actitud de los hombres, señores absolutos de la estructura metálica, hacia las mujeres en la obra.
Mis comienzos no fueron nada halagüeños en aquellos noventa iniciales, en los que, a pesar de tantos intentos, muchos españolitos de a pie, aún no habían salido de la caverna. Y les costaba entender qué hacía esa gachí –sí, sí, gachí- diciéndoles lo que tenían que hacer, si el papel de la mujer era estar en casa y, si acaso, recibir los requiebros más o menos groseros del pecho lobo con el pañuelo anudado en la cabeza. Aún recuerdo aquella mañana en una vieja iglesia oscense en la que, tras varios intentos frustrados de que el albañil de turno nos hiciera acaso a dos veinteañeras que le estábamos indicando cómo tenía que aplicar unas soluciones, llegó Antonio, el jefe de obra, un armario ropero pelirrojo, que además era el que pagaba, y le dijo: “Manuel, haz exactamente lo que te digan estas dos señoritas”. Y como lo había dicho Antonio, Manuel obedeció.
Poco tiempo después me presenté a una entrevista de trabajo para una empresa de productos químicos para la construcción. Yo pensaba que era la persona idónea, ya que esa era mi especialidad. Los dos motivos por los que fui rechazada fueron que era licenciada y, sobre todo, mujer, Y las mujeres no teníamos nada que hacer en el mundo de la construcción. Así me lo dijeron… Hace dos años acudí a una feria de la piedra en calidad de técnica prescriptora. Reconozco que cuando me acerqué al stand de esa casa, y el comercial me intentó vender sus productos le dije que lo sentía mucho, pero que su empresa me había rechazado por ser mujer y no iba a ser yo la que recomendara una firma tan marcadamente machista. O por lo menos que a mí me constara fehacientemente.
Porque esa es otra. Vas a una feria del sector de la construcción y las mujeres están consideradas como auténticos floreros de carne hueso, bien como azafatas soportando las baboserías horteras de cierto tipo de visitantes sedientos de todo tipo de mercancía, bien en fotos con posturas inverosímilmente provocativas intentando insinuarse ligeras de ropa poniendo morritos al cazo de una excavadora…
Han pasado más de veinte años desde aquellos primeros pasos y en el camino he visto de todo. Pero lo más sorprendente es el machismo que me he encontrado en ocasiones entre los propios titulados superiores de la construcción. Ha habido situaciones tan delirantes como tener casi que chivar las soluciones en las visitas de obra a un reputado profesor colaborador solo porque venía del mundo universitario, era de Madrid y, sobre todo, era hombre.
Sin embargo, cada vez son más las mujeres, aparejadoras, jefes de obra, así como arquitectas e ingenieras o técnicas de prevención de riesgos laborales. También las hay albañiles, electricistas, gruístas, etc., aunque la mayoría de las mujeres en la obra estamos en puestos técnicos y Dirección Facultativa. Y eso que no teníamos futuro en el mundo de la construcción...Desde 1991 el número de arquitectas, aparejadoras, ingenieras, geólogas, químicas y otras licenciadas en carreras relacionadas con la construcción no ha parado de crecer (mención aparte son las restauradoras, que dominan ese sector) y la evolución de la presencia de la mujer dentro del sector de la construcción en España es positiva pero muy lenta. Sin embargo, sigue habiendo una más o menos soterrada minusvaloración hacia nosotras, que lo mismo nos acusan de tener una mala leche increíble que de no tener ni idea, por no hablar de cómo relacionan nuestro comportamiento con nuestro ciclo biológico o nuestra mayor o menor satisfacción sexual. De todo he oído.
También me he encontrado con compañeros de trabajo excelentes, tanto entre los técnicos como entre los albañiles y canteros, una gente absolutamente especial de los que he aprendido mucho. Y he podido pasar muy buenos ratos, tanto en el andamio como en torno a una mesa de restaurante de menú del día comiendo alubias con guindillas mano a mano con los trabajadores. Lejos quedan esos momentos iniciales en que no me hacían caso, y ahora me dedico a asesorar a la Dirección Facultativa, o directamente formo parte de ella, mi firma está en la mayoría de los planes directores que se han redactado en Aragón, doy instrucciones y en muchos monumentos no se ha movido una piedra sin mi visto bueno.
Han pasado más de veinte años, pero aún queda mucho camino por hacer. Y así este verano escuchaba a una compañera de trabajo quejarse de cómo la ninguneaban los albañiles a su cargo y no le hacían ni caso. Solo porque era mujer y joven.
También en este campo, es necesario ganar esa igualdad en empleo, respeto y salario según nuestra capacitación. No podemos esperar otros veinte años a que cambien las cosas. El andamio está evolucionando, ya no son esos viejos andamios amarillos con tablas, ahora tienen que seguir la normativa europea de seguridad. Esperemos que esa evolución prosiga también entre sus “habitantes” y desaparezcan, de una vez por todas, esos ramalazos machistas para trabajar todas y todos como profesionales que somos.

http://www.elpollourbano.es/nosotras/2017/01/las-habitantes-del-andamio/


jueves, 9 de marzo de 2017

me gusta ser mujer v2.0






Coleando aún los efectos de la manifestación de ayer en conmemoración al día de la mujer (lo de trabajadora se sobreentiende), comienzo a compartir por aquí los artículos que he ido publicando en los últimos meses en "El Pollo Urbano" en la sección "Nosotras" a la que me invito a colaborar Crsitina Beltrán, gran mujer, y a quien le estoy muy agradecida por todo lo que representa como mujer y como luchadora vital.

El primer artículo fue una reescritura de una entrada antigua de este blog, pero que quise darle una vuelta de tuerca más. Espero que os guste:

http://www.elpollourbano.es/nosotras/2016/11/me-gusta-ser-mujer-cristina-marin-chaves/