martes, 19 de octubre de 2010

alegría



"La alegría no tiene precio. No existe trabajo, ni esfuerzo, ni culpa, ni problemas, ni pleitos, ni siquiera errores que no merezca la pena afrontar cuando la meta, al fin, es alegría"

Almudena Grandes, "El corazón helado"




La alegría no tiene precio. Salimos de fechas alegres, unas porque es lo que toca, eran las fiestas y había que estar alegre. Pa’fuera telarañas que diría Bebe. Otras porque también es lo que toca, porque treinta y tres hombres han salido de la oscuridad a la luz de la vida. Y eso es bueno.

Porque la alegría, es un bien escaso últimamente. Son caras las sonrisas. A mí misma me ha pasado. La gente que me conoce bien lo sabe. He pasado unos días malos, muy malos, en los que me apetecía cualquier cosa menos sonreír. Os agradezco todo lo que me habéis ayudado y os pido perdón por las preocupaciones que os he causado. Me he dejado llevar, por el desánimo, la tristeza y el pesimismo. Y lo peor es que me daba cuenta, sabía que no tenía que recorrer ese camino, y ahí estaba yo, sin brillo sin energía, apagada. Sin ni siquiera escribir.

Sin embargo, esta noche me ha llegado un comentario de alguien que no conozco y que me ha dado las gracias por escribir y que le hacía sentir que trocitos de su vida merecían la pena. Gracias a ti, Vitorio. Y gracias a los que a pesar de mi mutismo de los últimos meses –he llegado a pensar en cerrar el blog- seguís ahí cada mañana buscando una novedad que no prolifera. O lo visitáis de vez en cuando para ver si ha pasado algo en la cibernada.

Gracias a vosotros, que estáis ahí, y me dibujáis una sonrisa en la cara. Y cambia el ánimo y se enciende la luz, y comienzas de nuevo a brillar. Y las cosas cambian, o no, pero las miras de otra manera. Y te sientes con fuerzas para encarar los días.

Gracias a los que, de una manera u otra me queréis porque me dais energía. Por lo menos tanta como para devolveros vuestro amor y amistad.

A la cara perfecta de mi hijo cuando duerme.
Al abrazo y "apierno" de mi hija cuando se despierta
A la sonrisa que me ilumina algunas mañanas
A las otras sonrisas cotidianas
A la sorna en la oficina
Al cariño de mi familia
A la felicidad de mi hermana francesa
A los más que amigos que me acogen y que me impulsan
A los amigos que se acuerdan de mi cuando me envían correos
A los que me contestan cuando los envío yo
A los que llaman
A los que vienen
A los que no hacen nada de eso pero están.
A los que habéis trabajado conmigo
A los que me habéis enseñado
A los que me habéis escuchado
A los que me habéis leído

A los que pensar en vosotros me hace sentirme feliz


Eso es alegría.