martes, 30 de septiembre de 2008

avalancha


Hoy ha sido noticia una avalancha humana en Jodhpur, en el Rajastán. Hablan de 150 muertos. Os transcribo unos cuantos párrafos sacados del Heraldo de Aragón de hoy, según noticia de la agencia EFE:

"Al menos 150 personas murieron este martes y otro centenar y medio resultaron heridas en una estampida registrada en los accesos a un templo de la ciudad de Jodhpur, en el estado occidental indio de Rajastán, informó una fuente oficial.

Miles de personas habían acudido de madrugada al templo de Chamunda, situado en la imponente fortaleza de Mehrangarh, que domina una colina, para rendir pleitesía a la diosa y celebrar el inicio del festival religioso hindú del Navratri. "La rampa de acceso al templo es estrecha. Todo sucedió como un rayo: una persona cayó y arrastró a otras. La mayoría de la gente ha muerto por asfixia", relató por teléfono el secretario de Interior de Rajastán, S. N. Thanvi.


El templo de Chamunda es accesible por una cuesta de dos kilómetros de largo y apenas unos metros de ancho, que además había sido dividida por las autoridades en un camino para hombres y otro para mujeres y niños con el fin de ordenar la procesión. Casi todas las víctimas son varones porque las caídas tuvieron lugar en el área masculina, cuando los devotos comenzaron a derribar barreras y empujarse mutuamente para alcanzar el templo antes que el resto, según testigos citados por IANS.

Desde París, donde se encuentra en visita oficial, el primer ministro indio, Manmohan Singh, ofreció sus condolencias a las familias de las víctimas y expresó su "horror y pena" por el suceso, reflejo de un fenómeno recurrente en la India.

Las masivas concentraciones de fieles durante los festivales religiosos indios llevan a menudo aparejado el riesgo de estampidas, por la falta de medidas de seguridad y el escaso control de las autoridades en templos de precaria infraestructura.

El pasado 3 de agosto, 162 peregrinos murieron aplastados en otra estampida similar a esta registrada en el famoso templo de Naina Devi, ubicado en el estado indio norteño de Himachal Pradesh. "

Han pasado varios días desde que comencé esta entrada, os podréis dar cuenta. Sin embargo, la reflexión es la misma: No me extraña.

Según la noticia, esto es un hecho recurrente, pero después de conocer a los indios en vivo y en directo, lo que no entiendo es que esas cosas no ocurran con más frecuencia. Me explico. Cualquier día normal, en cualquier templo normal hay un montón de devotos indios orando, rezando, ofreciendo, pidiendo o agradeciendo al dios correspondiente. Una mañana, en Pushkar, nos subimos a un templo en lo alto de una colina, desde el que se contemplaba toda la ciudad y el lago. La subida no era fácil y el templo no era mejor que cualquier ermitilla de las que abundan por nuestros pueblos. Pero había gente; y más que subía por aquellas empinadas escaleras de piedra.

El fervor religioso está en cada esquina de la India. las estampitas de Ganesh adornan salpicaderos de taxis como sancristóbales, o las tiendas y tenderetes como San Pancracios orientales. En ese sentido, siempre he pensado que el monoteísmo nominal de la religión católica se convierte en una suerte de politeísmo de vírgenes y santos patrones, que curan, vigilan, guían, buscan y encuentran toda clase de necesidades de sus crédulos feligreses.

Pero volvamos a nuestros místicos indios, que pierden sus misticismo cuando se trata de hacer fila. Porque señores, la fila india se refiere a los "indios" americanos. Aquí no los consiguen poner en fila india sino es entre estrechas barreras metálicas. Mi primer contacto con la no-fila india fue cuando tuve que cambiar rupias. Fui al banco y, como en los bancos españoles, me quede esperando detrás de los restos de la pegatina en el suelo de "espere su turno". Ahí estaba yo, viendo cómo cuando aún no se había retirado uno de la caja, ya se acercaba otro que había venido detrás mío. Al principio, pensaba que se trataba de que iban juntos. Pero cuando el primero se fue y al segundo se le pegó otro de la misma manera, comprendí tres cosas: que no iban juntos, que estaba haciendo el imbécil guardando fila y que como no me pusiera las pilas me iba a pegar toda la mañana de pie en un banco. Aquello se repitió en la estación, donde tuve que meter de nuevo el codo para que no se me colara nadie. Y que hablar del tráfico, que no os haya contado ya.

Un indio, o una india, no puede esperar. Y si tiene que hacer cola, se cuela.

Claro, cuando juntamos el fervor religioso y su inveterada impaciencia ocurre lo que ocurre, que todos quieren llegar como sea a orar a su Dios. Y la arman.


Ya sé que la noticia apareció hace casi un mes. Pido disculpas a mis lectores, a los que queden, pero la vuelta a la normalidad no me permite escribir y contaros todo lo que me gustaría. Seguiré, quiero seguir, pero no hagáis el indio y tened paciencia...

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