miércoles, 30 de noviembre de 2011

una noche como hoy


hace setenta y cinco años:

“el Jefe Superior de Policía de Zaragoza mandó una carta a la cárcel de Torrero para que soltasen al meteorólogo Odón San Emeterio y a Manuel Marín Sancho. La carta estaba firmada el 30 de noviembre, pero no llegó a su destino. Esa misma noche ambos, con otros muchos, fueron ejecutados.”

Éste es un fragmento de un artículo que escribió Antón Castro para el Heraldo de Aragón en 2008 después de una entrevista que les hizo a mi padre y a mi tía. El artículo completo lo podéis encontrar en http://antoncastro.blogia.com/2008/041203-memoria-de-manuel-marin-sancho.php

A mi abuelo lo mataron una noche como hoy, en 1936, con treinta y siete años. Recuerdo que cuando yo cumplí esa edad, me daba casi vergüenza si comparaba mi vida con la de mi abuelo: Yo no había hecho nada. Mi abuelo a esa edad en que no se evitó su muerte había sido: “Escritor y periodista. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza (1923). Doctor en Lengua y Literatura Española. Desde 1925, profesor ayudante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y archivero segundo del Ayuntamiento. Académico de Bellas Artes de Zaragoza (1928). Miembro de la junta de gobierno de la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País. Primer presidente del Centro Naturista Helios. Medalla del Centenario de Goya (premio de la Academia de Bellas Artes de Zaragoza). Director-fundador de la revista Aragón del SIPA. Fundador y presidente de la Agrupación de Autores Aragoneses (1933). Creador de la agencia “Ebro Prensa”. Autor de obras dramáticas estrenadas en el Teatro Principal de Zaragoza. Director de la revista “Amanecer” y redactor y colaborador (críticas de literatura y arte) en diarios y revistas de Zaragoza y Madrid. Miembro de la misión universitaria de Zaragoza a la Universidad de Bonn (1929), ostentando también representación del Ayuntamiento de Zaragoza. Ponente en comisiones de estudios sobre varios temas como el Canfranc, San Juan de los Panetes, etc.”. [F.M.P.H.]. GRAN ENCICLOPEDIA ARAGONESA, apéndice I, p. 268. UNALI Zaragoza 1983

También lo describe como “hombre polifacético y alegre, que con el mismo entusiasmo cumplía su trabajo en el Ayuntamiento, daba sus clases en la Universidad o realizaba su labor periodística” y termina señalando lo que ya sabemos: “fue fusilado en diciembre de 1936 por su pertenencia a la masonería”. Sí ése fue su pecado, ser masón. No quiso meterse en política a pesar de habérselo propuesto personajes tan ilustres como Diego Martínez Barrio. Y él lo rechazó. Sólo fue una buena y activa persona. Ah, y masón, que no se nos olvide, lo cual a los ojos de aquellos que determinaron ser semidioses que juzgaban y jugaban con la vida de los demás le confería una suerte de color rojizo, cuernecillos, barba picuda y rabo lanceolado.

Lo mataron y luego, a misa a confesar. Pero la hipocresía no quedó allí. En el archivo de Salamanca se puede consultar el expediente sobre su muerte en el que se puede leer: "Falleció y fue autopsiado en el día de hoy, a consecuencia de fractura de cráneo y hemorragia interna, según resulta de certificación facultativa y reconocimiento practicado". Sí, las balas fracturan el cráneo, es obvio.

A mi abuelo, por lo menos sé adónde ir a recordarlo y ponerle unas flores; no terminó en una fosa común de contenido y ubicación incierta. Pero pertenece a esa nómina de vidas brillantes cercenadas por el odio y el sectarismo. Para que siga vivo, sólo me queda conmemorarlo en estas líneas.

Porque nadie desaparece del todo mientras haya alguien que le recuerde, mientras haya alguien que le quiera.

No hay comentarios: