Podría madrugar más, sí. Los amaneceres desde mi terraza son espectaculares, pero, pa'qué tanto. Voy cumpliendo mis obligaciones de trabajo, pero este exceso de tiempo genera una cierta indolencia, y languidez que rebaja tus niveles de adrenalina a mínimos. Como la endorfina, serotonina, dopamina u oxitocina, las hormonas de la felicidad. Me siento como anestesiada, como en un baile raro e interminable en el que lo único que puedes hacer es dejarte llevar.
Creo que ha llegado la primavera.
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