martes, 31 de marzo de 2020

décimo séptimo día del estado de alarma. el valor de las palabras



Marzo se despide en invierno. Ya nos habían avisado. Tenemos más horas de  luz para ver las gotas en los cristales. Hace frío, pero no importa, estamos dentro, casi nadie en la calle, solo los esenciales.

Ser esencial. No había otra palabra. Todos somos esenciales. Pero ahora es un desbocado BOE el que decide, de rato en rato, quién lo es. Y andamos todos perplejos sin saber qué hacer, como aquella canción "Un pasito pa'lante, María, un pasito pa'trás". 

Cuando psicólogos de todo el mundo se afanan en explicarnos las consecuencias que tiene para nuestra mente, autoestima y ánimo una buena gestión del confinamiento, que le digan a una persona que, pongamos, vive sola en un piso interior o con poca luz, o a alguien de quien depende una familia, o a cualquiera que se le esté haciendo muy cuesta arriba estos diecisiete días y subiendo, que no es esencial, mina bastante la moral. 

Todos somos esenciales, de una u otra forma, cuidemos el lenguaje. Es el patrimonio que podemos conservar ahora.



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