Cuando el cielo está gris el mundo se vuelve plano, como en un cuadro, no hay sombras y la neutralidad del fondo saca los colores más vivos, sobre todo los verdes. Si encima son los de la primavera brotando a dentelladas sobre el ocaso del invierno, se transforma en una perfecta paradoja anímica. Recuerda mucho a la ciclotimia del mes de abril, que te hacer pasar de la más profunda melancolía gris al más vivo subidón. También tiene que ver con nuestra situación, con ver la primavera como meros espectadores desde nuestros balcones.
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