Hoy se supone que tenía que levantarse por segunda vez el estado de alarma. Y va a ser que no. Por segunda vez. Y no será la última. Seguimos confinados en nuestras casas, agazapados, resignados. Y una espléndida mañana como la de hoy, que invita al paseo, la bicicleta, el vermú torero o todo un poco, no vemos ni un alma por la calle. Yo, por mi parte, lo más que puedo hacer, es limpiar con las ventanas abiertas, para que ese Sol y los cantos de los pájaros se cuelen en mi casa, y tenga un remedo de sentimiento de libertad.
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